¿Disfrutando de esta última tarde del mes de agosto? Yo podré hacerlo a partir de ahora, que por fin he terminado con el último libro del Comisario Dupin.
El libro está editado por Grijalbo y tiene 336 páginas que a mi, al menos, se me han hecho eternas.
"Todo comienza en el final del mundo" Dicho Bretón.
Y allí, en el fin del mundo, tendría que haber dejado la elección de este libro. No es la primera vez que leo un libro del Comisario Dupin, concretamente el primero, El misterio de Pont-Aven, que también me dejó bastante frío. Pero qué queréis, a veces me pierden las segundas oportunidades...
La historia arranca con nuestro comisario dirigiéndose a un seminario al que no quiere asistir, afortunadamente para él, un misterioso asesinato viene a cruzarse en su camino, alejando el dichoso seminario. Lo curioso del crimen es que no saben si tienen o no el cadáver. La señora Bandol, una anciana diva del cine francés, ha visto lo que parecía un cuerpo tirado en el bosque cuando paseaba a su perro. (¿Muy original verdad?). La edad de la testigo, junto con su fama de señora que desvaría con frecuencia, no hace muy creíble su testimonio.
Aunque parece que la trama en principio es interesante, Jean-Luc Bannalec la aliña con inmensas cantidades de información demasiado especifica, que hacen que te alejes de la historia una y otra vez. Los lectores podemos hacer varios cursos intensivos en diferentes materias: véase, pingüinos, historia bretona universal, y sobre todo, el maravilloso mundo de las ostras... (curiosamente, paradigma del aburrimiento) que aunque pudieran tener sentido en la trama, la forma en que nos la presenta (parece sacada de Wikipedia) es avasalladora. Mención aparte merece la promoción de la Bretaña francesa, con sus numerosas descripciones de los parajes propios de la zona. Que por preciosos que sean, y muy bien que estén descritos, a mi entender, te alejan de la trama principal. Eso si, dan ganas de hacer las maletas e ir allí de vacaciones de forma automática.
Tras leer el primer libro de la saga, y dada mi afición a las sagas de novela negra y detectives decidí darle otra oportunidad al comisario Dupin, ya que había leído buenas críticas en varios medios. Pero está visto que Dupin y yo no congeniamos, no consigo empatizar con este detective de la policía francesa ni con sus métodos deductivos. Si debo reconocer que hay personajes en este libro que me han causado simpatía, la súper eficiente secretaria del comisario Nolween, Claire.. y la señora Bandol. Aunque estos personajes son prácticamente marginales si contamos su presencia en la novela.
Siento decir que Dupin no formará parte de mis lista de detectives favoritos: Wallander, Lynley, Dra. Scarpetta, Harry Bosch, Jaritos, Héctor Salgado, Ramiro Sancho, etc... seguiré buscando a otros que pueda incluir.
Señor Dupin, no volveremos a cruzarnos, siga usted su camino, muy bonito por cierto, por la Bretaña, disfrutando de sus preciosos paisajes.
No ha sido un placer.
UN TRES.