jueves, 27 de mayo de 2021

Incluso la muerte miente, Julio César Cano

¡Hola a todos!

¿Qué tal? Hace calorcito ya, ¿eh?

Para remediarlo hoy os traigo una novela que se lee sola y que nos lleva a Castellón de la mano de nuestro ya conocido inspector Monfort. Se trata de Incluso la muerte miente, de Julio César Cano. Está editada en tapa blanda por Maeva y tiene 415 páginas llenas de acción.

La historia...

Monfort lleva un tiempo desaparecido y todos sus compañeros están preocupados por él. A veces es necesario perderse y no dar señales para encontrarse a uno mismo. Mientras esto sucede, se encuentra el cadáver de un hombre en una discoteca del centro de Castellón, lo mejor de todo es que se ve claramente que le han prendido fuego para destruir las huellas del crimen. Al mismo tiempo tres amigos que fueron juntos al colegio se reencuentran después de mucho tiempo sin verse y como siempre que esto pasa, el pasado revuelve muchas cosas, tanto buenas, como malas...

Los personajes...

El inspector Monfort, sobrepasados los cincuenta, es un policía como los de antes. Nacido en un pueblo del interior de Castellón, se incorporó a la policía tras perder a Violeta Fortuny, su esposa y el gran amor de su vida. Es un lobo solitario y todo un gourmet, experto en vinos y fumador empedernido, aunque en esta novela, la quinta de la serie, está tratando de dejarlo (o al menos de fumar menos). El aspecto de gourmet nos hará pasar mucha hambre durante la lectura, ya que las descripciones de auténticos manjares acompañadas de buenos caldos serán la tónica general cuando nuestro inspector tenga que saciar su apetito. Su especial predilección por diseccionar las letras de las canciones que le gustan también nos dará la oportunidad de disfrutar de una gran banda sonora en esta novela.

La subinspectora Silvia Redó, es la compañera de Monfort, y mantiene muy buena relación tanto con el comisario Romerales como con el propio Monfort. El comisario Romerales, es el jefe de la policía de Castellón y le quedan pocos años para jubilarse, muy amigo del inspector Monfort y del forense Pablo Morata. El forense, toda una eminencia en su campo con un particular sentido del humor. El agente Robert Calleja, todo un personaje, con su gracejo gaditano, tiene unas expresiones que nos arrancarán más de una carcajada, y sus bonitos ojos azules dan mucho que pensar a alguna de nuestras protagonistas. Los agentes Terreros y García, dos personajes que aparecen en todas la novelas y que son dos grandes policías, muy eficientes y profesionales. 

Fuera de la comisaría también tenemos a Irene, la abuela de Violeta, por la que el inspector Monfort siente un cariño muy especial, también siente un cariño muy especial por la jueza Elvira Figueroa, que está destinada en Teruel. Viniendo de la Universidad de Santiago de Compostela, donde ha estado becado por sus grandes dotes para los estudios tenemos a Álex, su nuevo objetivo es crear una compañía teatral en su ciudad de origen, Castellón. Muy amigo de Álex es Rubén, un tipo acomplejando por su peso desde el colegio y contrapunto de Álex en casi todo, peso, inteligencia, carácter... Y para finalizar este bonito grupo de amigos tenemos a Ana, una tanatoesteticista, también conocida como "maquilladora de muertos" que vuelve a encontrarse con sus amigos para hacer que se enfrenten por ella una vez más, aunque sus deseos vayan mas por otros caminos que enlazan con su más oscuro pasado.

Mi opinión...

Nos encontramos ante una novela muy dinámica, con muchos atractivos que confluyen al final para hacer una historia bastante interesante. Los que ya conozcáis la serie del inspector Monfort sabéis que vais a encontrar, una novela oscura, con temas retorcidos como tráfico de drogas, maltrato, asesinatos y en este caso sobre todo, pirómanos. Da bastante miedo leer las partes en las que el pirómano describe sus sentimientos, como obtiene placer quemando cosas y sobre todo si alguien muere, es sencillamente aterrador. Por otra parte y para contrarrestar tanto oscurantismo tenemos al agente Calleja, todo un descubrimiento, que con su vocabulario del mismo Cádiz nos hará sonreír en varias ocasiones con su desparpajo, y no sólo tiene gracia gaditana, es una persona muy resolutiva gracias a su ingenio, y además creo que le gusta gustar, lo que traerá por el camino de la amargura a más de una. 

También sabréis y si no os lo digo yo, que como he dicho más arriba, leyendo a Julio César Cano se pasa mucha hambre, es algo que ya pasa en la primera novela y sigue pasando en la quinta, pero es una pequeña tortura placentera. Prácticamente toda la trama está situada entre las ciudades de Santiago y Castellón, con unas breves escapadas a Teruel y a un pequeño pueblo en el interior de la provincia de Castellón, Les Useres, donde hay una tradición centenaria, Els Peregrins. Cada último viernes del mes de abril les peregrins abandonan la iglesia de la Transfiguración del Señor y caminan descalzos  sobre un manto de hiedra, son trece hombres, en representación de Cristo y sus doce apóstoles y se dirigen en peregrinación hasta el santuario de Sant Joan de Penyagolosa para rogar a Dios salud, paz y lluvia. Estos trece hombres son elegidos entre los hombres del pueblo y, uno de nuestros protagonistas tiene la espinita clavada de que él nunca ha sido elegido, ni lo será...

La novela está escrita de forma sencilla y tanto la ambientación como los personajes están muy bien conseguidos. Los capítulos son de tamaño medio pero fáciles de leer y van organizados de forma temporal por días. 

Cualquiera que quiera pasar un buen rato entre exquisitas comidas, grandes canciones y un misterio policial oscuro y siniestro no puede dejar de leer esta novela. 

INCLUSO LA MUERTE MIENTE: OCHO Y MEDIO.

PD: Después de leer este libro os aseguro que esconderéis mecheros y cerillas en lo más profundo del cajón, donde no sea fácilmente visible para cierta gente...